Algunos apuntes para recordar los inicios.
La neurología clínica se desarrolló en el país, durante la primera mitad del siglo XX, al amparo de la psiquiatría y posteriormente de la neurocirugía. Los clínicos mexicanos, excelentes y bien formados en la escuela francesa abordaron el estudio del sistema nervioso y el tratamiento de sus enfermedades como parte integral del manejo del paciente en la época en que las especialidades estaban iniciando lo que sería su espléndido desarrollo. Tomó un tiempo para la neurología clínica el establecerse por su propio derecho como una rama de las especialidades de la medicina interna.
Estos son algunos de los personajes y eventos que hicieron posible esta evolución.
Probablemente el primer neurólogo que se estableció en este México, moderno y en pleno desarrollo fue el Dr. Luis Saenz Arroyo quien formado en la ciudad de Boston a la tutela de personajes tan distinguidos como Derek Denny-Brown, regresó a principios de los años cincuenta, y se incorporó al servicio del Hospital General de México en donde realizaban su trabajo algunos distinguidos neurocirujanos al mando de Don Clemente Robles y con la participación de algunos clínicos entre los que sobresalía el Dr. José Nava Segura, extraordinario neuroanatomista y maestro de la correlación anatomoclínica y el Dr. Manuel Irigoyen Arroyo, pionero de la neurología clínica y posteriormente baluarte de las organizaciones de la especialidad en el país.
En los años subsecuentes se fueron incorporando a nuestra especialidad distinguidos neurólogos formados total o parcialmente en el extranjero. Deben de mencionarse entre ellos al Dr. Julio Hernández Peniche quien se incorporaría al servicio de neurología del Centro Médico La Raza del Instituto Mexicano del Seguro Social; al Dr. Francisco Rubio Donnadieu quien inauguraría el servicio en el Instituto Nacional de Neurología de la Secretaría de Salud, que abrió sus puertas en 1964; al Dr. Luis Lombardo quien incorporado inicialmente al Hospital General más adelante se incorporaría al Servicio del Centro Médico Nacional que llevaría el nombre de Siglo XXI del IMSS. Igualmente a principios de los años sesenta el Dr. Ladislao Olivares Larraguivel, formado en la Universidad de Minnesota y en Newcastle-Upon-Tyne en el Reino Unido, en el servicio del Dr. John Walton, regresó para desarrollar el servicio de neurología del nuevo Hospital 20 de Noviembre del ISSSTE, sin abandonar su participación cotidiana en el Instituto de Neurología.
En los años sesenta regresarían también, entre otros, los Drs. Felipe Valle Méndez, originario de San Luis Potosí, formado en el Instituto Neurológico de Montreal, quien después de una breve estancia en su ciudad natal llegaría a la Ciudad de México a desarrollar el servicio de neurología del Hospital Español; el Dr. Recaredo Rodríguez López quien se incorporaría al Instituto Nacional y tendría un relevante papel en la fundación del Consejo y posteriormente de la Academia y el Dr. José Eduardo San Esteban formado en Cleveland Clinic y en la Universidad de Ottawa quien se incorporó al Instituto de Neurología inicialmente y poco después en unión del Dr. Arturo López Hernández, discípulo de Julio Hernández Peniche, formaron el servicio de neurología pediátrica del novedoso Hospital del niño de la IMAN, que daría lugar al Instituto Nacional de Pediatría.
Esa misma década fue testigo del regreso a la Ciudad de Monterrey de dos fundamentales pilares del futuro de la neurología en México. El Dr. Ricardo Rangel Guerra se estableció en el Hospital Universitario José Eleuterio González y fundó el servicio y el Dr. Raúl Calderón González quien regresaba con formación en neuropediatría, participó en los Hospitales del Seguro Social, pero fundamentalmente desarrolló lo que sería el Centro de neurología para niños y adolescentes que fue un Centro formador y pionero del desarrollo de esta subespecialidad.
A la Ciudad de Guadalajara llegó el Dr. Federico de la Peña Colina, quien había sido el primer egresado del Instituto Nacional, incorporándose a un pequeño grupo de neurólogos de esa ciudad.
Se estaban dando las bases para que se desarrollara la neurología organizada en el país, lo que ocurriría a principios de los años setentas.